Existe al menos una cosa muy bien conseguida en Florence Foster Jenkins, relato de la vida y obra de la soprano más inutil de la historia, y es la habilidad de su director, Stephen Frears (La Reina, Las amistades peligrosas), para hacer participar al público de la ineptitud de su protagonista en la misma medida en que lo hacen sus dos "pajes", el agente y el pianista que interpretan Hugh Grant y Simon Helberg. Bien es cierto que el director británico se sirve, como era de esperar, de una Meryl Streep explotando su vena más payasa, esa misma que tanto sus admiradores acérrimos como los detractores de sus excesos parece que se resisten a admitir. Streep interpreta a Jenkins, rica heredera que pudo disponer del dinero necesario para dar el cante, como una especie de atribulada Sra. Doubfire y la desmesurada pero emprendedora Julia Child que ella misma incorporó en la película de Nora Ephron. No obstante, es un excelente Hugh Grant quien, a falta de poder escribir los elogios en mayúsculas, consigue no solo hacerse con la película sino cargar sobre sus inglesas espaldas la responsabilidad de hallar ese delicado equilibrio entre caricatura y emoción que recorre el filme, reivindicando de paso la altura del excelente actor que siempre ha sido. - Seguir leyendo:Crítica: 'Florence Foster Jenkins', con Meryl Streep y Hugh Grant
27 de septiembre de 2016
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